El año toca a su fin, por la calle los encuentros con gentes de nombre olvidado son constantes que ponen a prueba tanto tu buena memoria como tu capacidad para salir airoso de compromisos inesperados, y recién llegado del otro lado del país de visitar a tu otra familia vas enumerando los discos que conformarán esa lista de trabajos favoritos del año que por primera vez en tu vida te has decidido a realizar. En cinco minutos la lista queda configurada y entre saludo y saludo (todos de compromiso, fechas obligan) te das cuenta de que algunos discos no han sido comentados en 360º de Separación; unos por descuido, otros por haber llegado en el último momento (3.000 kms. al volante dan para descubrir los últimos discos memorables del año) y algunos otros porque su propia escucha compulsiva ha ido relegando día tras día su comentario ante el placer que reportaba su atenta escucha, sin la distracción del teclear.

Hoy acaba el año, y de entre todos esos discos no comentados en los últimos doce meses hay uno que no puede quedar sin mencionar. Porque Colours, el tercer trabajo de los indonesios Mocca, es un disco sin el que 2007 quedaría irremediablemente cojo para el que suscribe estas líneas, y en general para la pareja de residentes de esta segunda planta de un edificio perdido entre la geografía del sureste nacional que han bailado, reído y cantado con esta colección de canciones que por desgracia quedarán desconocidas para la mayoría. Otro horizonte vislumbrarían Mocca de provenir estos chicos de tierras nórdicas, pero todavía no ha lugar para unos indonesios dulces e inocentes entre lo más granado del indie mundial, basta repasar el buen número de listas con lo mejor del año para comprobar que poca gente ha incluido este estupendo Colours entre sus favoritos.

Colours supone un compendio de lo mejor apuntado en los dos trabajos anteriores de la banda. My Diary, un más que esperanzador debut que ahondaba de manera sorprendente en la búsqueda de influencias como poco insólitas dentro del mundo del Indie Pop; el swing y jazz dejaban una huella que junto con el Pop de los 70’s y la devoción de los indionesios por el universo de las big bands de mediados de siglo pasado. Mientras, Friends, el siguiente paso, demostraba la absoluta contemporaneidad de Mocca, firmando un disco repleto de melodías perfectas sobre la base ya conocida de clásicas y elegantes instrumentaciones con la voz de Arina cobrando especial protagonismo en unas canciones más apegadas al presente de lo que la imagen que hasta ese momento teníamos del grupo parecía transmitir. De hecho este segundo trabajo, y pese a la juventud del grupo, ponía un listón tan algo que los fans la banda (pocos fuera de su país natal, pero cientos de miles allá) dudaban de que el siguiente paso pudiera quedar un poco por encima o desarrollar lo expuesto en Friends, y sin embargo en este 2007 hemos podido comprobar que lo mejor estaba por llegar. Colours se nos presentaba como la banda nos tiene acostumbrados, con un lujo en el diseño, y una nula practicidad, todo hay que decirlo, que convierte a este Cd en un objeto de colección que cualquiera debiera atesorar en casa. Como decimos, la practicidad del objeto es nula, pero el precioso diseño que a los más mayores recordará a esas cajas de colores alpino de nuestra niñez, es sencillamente insuperable, pero bueno, en estos casos una imagen vale más que mil palabras:

Centrándonos ya en la cuestión musical decir que Colours presenta un total de 13 canciones más una breve intro donde Mocca vuelven a dar un giro a su sonido, y es que cuando el paso lógico hubiera sido el del continuismo tras el éxito cosechado por Friends, con un disco mucho más joven que My Diary y con algunos hits tan claros como el I Would Never… interpretado junto a Club 8, Mocca deciden sin embargo madurar y crecer en todos los sentidos. Arina canta como jamás lo había hecho hasta ahora, con un dominio de su voz que pese a ser ya conocido no deja de sorprender, e instrumentalmente hay una máxima a seguir, la elegancia a toda costa, ni un solo arreglo queda en el aire, ni un solo tiempo queda fuera de lugar. I Love You Anyway abre fuego en clave bossa con una trompeta que de inmediato da paso a Arina y una serie de instrumentos que parecen acariciados, más que tocados, una textura aterciopelada (si es que esto existe) nos invade con esta cálida tonadilla para acompañarnos ya a lo largo de todo el disco. You Don’t Even Know Me muestra a los Mocca más desenfadados sin perder por ello, más aún acrecentándolo, el gusto por el detalle en un tema Pop que nos lleva hasta el cielo, es decir, hasta (I Can’t Believe) You’ve Cheated On Me! donde Arina le lee la cartilla de manera divertida a un novio que debiera de pensarse bien las cosas antes de atreverse a traicionarla, la canción entretiene por su trepidante ritmo, unas veces a base de primitivos punteos guitarra, otras en clave jazz para desembocar en una trompeta alocada que da paso a un baile desenfrenado que nos deja sin aliento y con la sonrisa en la cara. Dear Diary desarma con su inocencia, lo que nos lleva a pensar que Mocca no son de este mundo, o más bien que este mundo ya no está preparado para escuchar canciones tan sentidas, bonitas y cándidas como ésta. Para aquellos que no tengan miedo a la ternura Dear Diary puede convertirse en un verdadero bálsamo para los nervios, al igual que You donde más de uno se convencerá de que ésta es música de otro tiempo, quizás más feliz que el actual que vivimos. Do What You Wanna Do, comienza en clave tejana para convertirse en una fiesta cantada a coro que termina en juerga y Seven Days Ago juega de nuevo a la perfección Pop marcando otro de los hits potenciales del disco, y es que el clasicismo y las buenas maneras nunca anduvieron reñidos con la instantaneidad en el Pop, prueba de esto es The Best Thing, elegida como single y protagonista de un divertido video que a muchos horrorizará pero que plasma a la perfección el espíritu de Mocca:

Encaramos la recta final del disco con un par de versiones, una obvia, en cuanto a ejecución y su elección, otro sorprendente por no casar en absoluto con la imagen que tenemos del grupo. La primera corresponde a Sing, el clásico que popularizaron los DI-VI-NOS hermanos Carpenters, los artífices del sublime empalago por el que tantos enloquecemos, obvia versión, porque Arina es en realidad la Karen Carpenter indonesia de la actualidad, o quizás mundial porque nadie sigue más fielmente los pasos de la tristemente desaparecida diosa de la melodía, pero obvia versión también por ser fiel al original. En segundo lugar encontramos un Hyper-Ballad de la islandesa Björk, una referencia no adivinada hasta en momento en la escucha de los discos producidos por el grupo y sorprendente en cualquier caso, la desnuda versión del tema de la Gunmundsdottir se deja escuchar con agrado y es llevado de lleno al terreno de nuestros protagonistas. Terminamos con The Object Of My Affection que comienza en clave negra para terminar orquestalmente y Let Me Go, un homenaje indisimulado al gran Sinatra, ídolo indiscutible y estrella que domina el firmamento de Mocca. Ode For The Love Ones cierra este Colours quedando como mera anécdota.

Poco más queda por decir acerca del tercer trabajo de Mocca, ciertamente el grupo produce una música que agradará en extremo a unos pocos y empalagará a muchos oyentes reacios a contemplar la posibilidad de que un dulce como este sea del agrado de su paladar, aún en estas fechas navideñas. Para aquellos que quieran hacerse con los trabajos de Mocca todavía queda un buen trabajo que realizar, puesto que para aquellos que no residimos en los países asiáticos tan solo nos queda la posibilidad de hacernos con Colours a través de la excelente tienda Popsicle, sin duda el esfuerzo merecerá la pena.

Salud y felicidad para todos.