BILL PRITCHARD A Trip to the Coast (2014)
2 May 2015 | Por 360 grados | Categorías: PortadaSuponemos que en pleno 2015 ser adolescente será más o menos lo mismo que a finales de los 80’s, la capacidad innata (también el tiempo) para estar atento a todo aquello nuevo que surge permanecerá inalterada, pero en el discurrir de la madurez las cosas se han ido complicando y resulta imposible seguir al dedillo el hilo de la actualidad. Nuevas bandas asoman, incluso desaparecen, muchas veces sin que haya dado tiempo a descubrirlas y un sentimiento de rendición se ha adueñado de nosotros, asumiendo que nuestro universo se reduce a aquello a lo que accedemos, sin que la maldita ansiedad nos aborde más que en alguna ocasión cuando descubrimos tarde discos ya descatalogados. En cualquier caso, todo discurre con tranquilidad y es por ello que nos permitamos el lujo de no estar tan pendientes de la actualidad (que también), empleando nuestro tiempo en muchas ocasiones al sano ejercicio de hacer memoria, indagando en la suerte o destino de artistas a los que largamente les perdimos la pista.
A lo largo del tiempo han sido varias las veces en las que nos hemos congratulado por el glorioso regreso de alguno de esos personajes que alimentaron nuestra juventud con sus canciones. Resulta difÃcil recordar la cantidad de comebacks a los que hemos asistido en los pasados cuatro o cinco años, unos necesarios e importantes, otros no tanto, incluso en muchos casos prescindibles. Los 80’s parecen estar agotados en un momento en el que no se nos ocurren muchas bandas que queden por volver, pero siempre será mejor disfrutar de los estertores de aquella década antes de que lleguen los comebacks de bandas de los 90’s, el mero pensamiento del rescate del brit pop nos hace temblar…
Pero volvamos a los regresos, centrémonos, hay quién nunca marchó, pero igualmente fue tragado por las fauces de la indiferencia, justificando su existencia en una pequeña legión de seguidores de carreras muchas veces instaladas en una medianÃa que se nos antojaba definitiva. Roddy Frame nos parece el más claro ejemplo de este tipo de artistas, nunca un debut tan brillante (a cargo de Aztec Camera, claro) fue seguido de una carrera tan irregular como la suya, primero con su banda y después en solitario…absoluta medianÃa de la que solamente la madurez parece haberle sacado, encontrándonos en estos momentos con un Roddy Frame en estado de gracia. Otro que cojea del mismo pie es Nick Heyward, en gran parte responsable del inicial éxito de Haircut One Hundred, comenzó una prometedora carrera en solitario que resultó tan prolÃfica como decepcionante…
Dicen que no hay dos sin tres, aunque en este caso podrÃan ser cien…pero en algún momento tenemos que llegar a nuestro protagonista de hoy, asà que una vez mentados nombres como los de Roddy Frame o Nick Heyward nos centramos en la figura de Bill Pritchard, uno de esos nombres que a los veteranos sonará como el responsable de algunas excelentes canciones que nunca fueron refrendadas por una carrera con la solidez necesaria para que el nombre de Pritchard trascendiera algo más allá de su puntual popularidad en determinados paÃses, extrañamente nunca el suyo propio.
Treinta años de carrera le han servido a Bill Pritchard para publicar un total de siete u ocho Lp’s que muy poca gente habrá llegado a escuchar. Por aquÃ, siendo como somos curiosos con este tipo de personajes, le perdimos la pista mediados los 90’s y aunque alguna vez intentamos volver a él lo cierto es que su música no nos inspiró lo más mÃnimo, experimentos con ciertos tintes electrónicos incluidos, por lo que dejamos que nuestro recuerdo del británico se detuviera hace veinte años. Lejos quedan los tiempos de sus discos más celebrados, Three Months, Three Weeks & Two Days y Jolie (producidos por Etienne Daho e Ian Broudie, ahà es nada), los dos únicos trabajos de Pritchard que obtuvieron una cierta y merecida repercusión lejos de su paÃs, Europa (Francia fundamentalmente, paÃs donde Pritchard siempre se ha sentido cómodo, con Les Inrockuptibles llegando a dedicarle portada), U.S.A., Canadá y, como no, Japón, donde probablemente se alojó la legión su legión más numerosa de fans.
No sabemos si el regreso de Bill Pritchard concitó muchos elogios durante el pasado año 2014, lo cierto es que el descubrimiento de A Trip to the Coast, su nuevo trabajo (aunque a estas alturas deberÃamos decir último, pues ya lleva en el mercado un año y Pritchard anuncia su continuación) después de casi cinco años de silencio discográfico, ha resultado ser una de esas alegrÃas que protagonizarán el curso presente. Sin esperar absolutamente nada, lo cual también ha facilitado el efecto sorpresa, nos hemos encontrado con uno de los mejores discos de Pop de los últimos tiempos. Lejos quedan los tiempos del joven Pritchard, que tampoco fue nunca dado a estridencias estilÃsticas, más bien se le podrÃa situar entre esa caterva de cantautores británicos de aire clásico que proliferaron durante los 80’s, y ese es el terreno que sigue transitando el británico, claro que ahora ha llegado el momento de descontextualizar temporalmente su música para abrazar la idea del compositor de temas Pop absolutamente atemporales. Eso es ni más ni menos lo que encontramos en A Trip to the Coast, un disco compuesto por Bill Pritchard en su tierra natal, de regreso, suponemos que hace mucho, de sus residencias y aventuras europeas. Este último disco bien pudiera ser la continuación, más reposada, madura y con clase de esa cima que para el artista supuso Jolie, un disco por el que ojalá no hubiéramos tenido que esperar casi veinticinco años. Evidentemente no encontramos en estas diez nuevas canciones el brillo que Ian Broudie confirió a Jolie, pero ni falta que hace, Pritchard ha superado ya los cincuenta y sus composiciones no necesitan de más artificio que el de los perfectos arreglos Pop con los que el británico siempre aderezó sus canciones.
Que A Trip to the Coast sea un disco repleto de medios tiempos no supondrá para nadie una sorpresa, pero la aparente confortabilidad en la que se instala no significa en absoluto una nula capacidad para la sorpresa o que caiga en la monotonÃa. El disco comienza con una pieza hipermelódica como Trentham, una composición, extraÃda como video de presentación del álbum, que pudiéndose limitar a sacar jugo de lo amable de su sonido va creciendo a cada escucha gracias a la multitud de detalles con las que Pritchard la decora. Continúa el disco con una Yeah Yeah Girl que se encuentra entre lo más fresco y directo de esta nueva colección de canciones, tanto que nos extraña que no sea la pieza que autor/sello escogieran como single….claro que este pensamiento nos viene a la mente varias veces a lo largo de la escucha del disco.
Dejamos que la guitarra de Posters, esta vez sà perfecto ejemplo de medio tiempo, nos guÃe y transporte treinta años atrás, cuando el Jangle Pop estaba en todo lo alto de las listas de pop independiente. Tout Seul supone un guiño a la afición francófona de Bill Pritchard mientras que Truly Blue nos conduce a las composiciones más sencillas de Paddy MacAllon o al Rebellion de Harvey Williams, sobresaliente en cualquier caso. Superado el ecuador de A Trip to the Coast nos encontramos con la plácida Almerend Road y la enérgica (es la excepción) In June que nos conducirán a uno de los mejores momentos del disco, con una Paname de emocionante estribillo que por sà sola justificarÃa el regreso de Bill Pritchard al panorama musical. El cierre corresponde a Polly y A Trip to the Coast, ambas dignÃsimas canciones que rubrican la sensación de haber escuchado un disco sin altibajos reseñables, perfectamente disfrutable de principio a fin, algo cada vez más anómalo…
Por aquà no podemos más que felicitarnos (con retraso, eso sÃ) por el regreso de Bill Pritchard, A Trip to the Coast no es ni mucho menos un disco apto para todos los públicos, estamos ante un trabajo absolutamente adulto dirigido a una audiencia que comparte generación con el autor o bien es conocedora y disfruta del Jangle Pop más reposado de los 80’s. Se nos hace muy difÃcil imaginar a alguien que no habiendo entrado en la treintena acceda a este trabajo de manera deliberada. En cualquier caso, lo de Bill Pritchard nunca fue el acceso a las masas, si en el pasado su música triunfó en función de la localización geográfica de sus seguidores, es probable que ahora el mayor o menor aprecio a su música sea una cuestión de edad…algo que dudo mucho preocupe a estas alturas al británico. A Trip to the Coast ha sido publicado por Tapete Records (sello que también ha publicado los imprescindibles últimos trabajos de Martin Carr o The Lilac Time, entre otros), siendo la manera más económica de comprar el disco pidiéndolo directamente al sello, que parece todavÃa se resiste a vender sus discos (vinilos especialmente) a los acostumbrados precios desorbitados de estos tiempos.