MOOK
The Human Race (2003)

9 octubre 2006 | Por | Categorías: 00's, Demos, Discos, Grupos

Hay quien encuentra un placer especial en prolongar la espera que precede a la degustación del plato, sea musical o no. Y, en verdad, esta espera a veces puede aumentar el placer que nos produce la escucha de un disco. Sin embargo, el tiempo también favorece la creación de falsas expectativas, la aparición de ilusiones inventadas en torno a unas pocas señales magnificadas a través del paso de los días. Así, esta semana me encuentro ante la duda de la real valía del trabajo discográfico de Mook, que después de meses de espera u olvido ha llegado a mis manos. Y es que conocíamos Mook, el proyecto personal de Jill Farrar, a través de unas pocas y brillantes canciones colgadas a través de su página en myspace, y la duda hace mella en nosotros al abordar la escucha de sus discos, pareciendo imposible que tan alto nivel se mantenga a lo largo de la escucha de todas las canciones contenidas en ellos.

El trabajo de Mook se encuentra contenido hasta hoy en dos trabajos; Everything That You Are y The Human Race, discos muy cercanos en el tiempo entre sí y con muy leves diferencias estilísticas. Así, lo primero será tomar la decisión sobre cual de ellos será objeto de comentario, y la elección recae sobre The Human Race, simplemente por ser aquel más publicitado por la propia autora, y por su carácter ligeramente más abierto que le confiere cierta chispa adicional al sonido. En cualquier caso, todo lo comentando para The Human Race sirve para su predecesor.

The Human Race se mueve en unas coordenadas ya conocidas, aquellas del Pop acústico con un marcado acompañamiento de sintetizadores y orquestaciones enlatadas, así en algunos temas recordamos a primos lejanos como Kings of Convenience, aunque el mundo de Mook es distinto, musicalmente, de infinita ensoñación y con frecuencia de tintes etereos. Por otra parte, debajo de toda la melancolía que desprenden las canciones de The Human Race nos encontramos con un profundo optimismo, así el sonido será el encargado de ofrecer el contrapunto al espíritu del disco, que mira esperanzado al futuro.

Canción a canción nos encontramos con un trabajo más diverso (o quizá disperso, cada cual extraerá sus conclusiones) de lo que las canciones ya conocidas del disco podían hacernos pensar. Tenemos perfectas tonadillas Pop, de melancolía infinita gracias al trabajo de los sintetizadores y a la sedosa voz de Jill Farrar. El disco se abre con uno de estos tema, Everything You Are, con fuerte presencia de la electrónica y una bonita melodía. La fórmula se repetirá en Glue y One In A Million, siendo estos tres temas los más populares del álbum, ninguna pega que poner a tres canciones de inmediato efecto con equilibrio perfecto entre el lado acústico y electrónico de Mook. Pero la sorpresa del disco nos la reserva una faceta desconocida de Jill Farrar, y es la parte más tradicional, folk, de su música; Tear Down The Stars y su carencia de sintetizadores marca uno de los momentos álgidos del disco, con Jill Farrar en un papel más parecido al de una cantautora al uso. El siguiente tema, Out Of The Blue, sigue el camino fijado por su predecesora, con un piano marcando el desarrollo de una canción que, antes de la entrada de los sintetizadores, te hace pensar en que podía haber sido el tema perfecto para sonar en alguna vieja taberna muchos años atrás. Monday’s Child, más etérea, vuelve al lado más popular de la música de Mook, consiguiendo algunos de los mejores pasajes del discos. Sin embargo, tanta afición por lo etéreo a veces nos lleva a temas insulsos como Parallel Lives, tema que confunde ensoñación y sopor, resultando totalmente prescindible. El resto del disco seguirá desenvolviéndose entre las vertientes electrónica y folk del sonido del grupo, con una clara ventaja para la primera cuando, opinión personal, Mook alcanza un mayor impacto a largo plazo con canciones de raíz más tradicional.

En resumen, The Human Race resulta un trabajo recomendable, aún cuando la conclusión a extraer pueda ser que Jill Farrar sería capaz de ofrecer mucho más si se centrara un poco en desarrollar la personalidad de cada una de sus canciones, y se olvidara en ocasiones del empleo de la electrónica, decisiva para su sonido, pero también cierto lastre para la evolución del mismo.

Nota: Al recibir los dos Cd’s de Mook, comprados directamente en su página web, me encuentro unos discos en formato Cd-R en una slim case, hecho que Jill Farrar no refleja por ningún sitio. Los Cd-R vienen con su correspondiente diseño pero no estaría más que se advirtiese en la página web de Mook que no se tratan de Cd’s originales.

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