Cada uno ha de cargar con su cruz en esta vida, es lo que hay y antes que revelarse por aquí, especialmente en según qué circunstancias, preferimos rendirnos a la evidencia y disfrutar con lo que nos ha tocado. Esta afición al Indie Pop es una cruz como otra cualquiera, lo sencillo hubiera sido no tener interés por la música, escuchar aquello que la industria siempre ha pretendido que escucháramos y ensalzar artistas que no tienen más mérito que el de los dólares o euros que el mercado invirtió en ellos. A buen seguro ahora viviríamos más tranquilos, teniendo más dinero en el banco y espacio en casa. Pero no, el destino (sí, el destino, ni siquiera pensamos que este vicio haya sido buscado de manera consciente) quiso que un buen día nos tropezáramos con una publicación que nos incitó a introducirnos en los mundos del Punk, el Power Pop o el Rock, comenzando a partir de ahí un camino que hace ya dos décadas nos condujo a decidir que lo nuestro era el Indie Pop. Pero no ese que ahora va camino de convertirse en un nuevo mainstream, si no de aquel de más reducida difusión, decisión que sin duda nos ha llevado a perder miles de horas de nuestra vida investigando por la obra y milagros de músicos que no parecen importarle a nadie más que a nosotros en este mundo. Lo aceptamos, gustosamente incluso, esto es lo nuestro, no hay duda.

Pero siempre se puede ir un poquito más allá, en las últimas semanas estamos empleando nuestro tiempo de escucha musical en un buen número de bandas Pop que han logrado el indudable mérito de ser ninguneadas hasta por el más acérrimo seguidor del Indie Pop. Quizás sea esa nuestra misión en este mundo, la de disfrutar de la música en la que (casi) nadie más recae, aún cuando ésta a nuestros oídos se muestra como la más dulce y melódica de todas. Una rareza la nuestra que seguimos empeñados en compartir con aquel que quiera dejarse caer por 360º de Separación, así que en los próximos días hablaremos de algunos discos publicados más o menos recientemente a los que nadie ha hecho caso, normalmente porque sus autores han sido incapaces de darse a conocer sólo a unos pocos cientos, quizás miles, de mortales que poco ha poco les han ido olvidando.

A The Salteens nosotros no les hemos olvidado, probablemente podamos presumir de haber hablado de ellos cada vez que su minúsculo universo alumbraba una nueva noticia. El mérito no es de los canadienses, desde luego, con tres Lp’s en once años no se puede esperar mucha popularidad, pero si encima nunca has llegado a rozarla, lo lógico es que terminen olvidándote. Casi sucedió en su día cuando dejaron pasar cuatro largos años entre Short-Term Memories, su debut en formato largo y Let Go Of Your Bad Days, su segundo y quizás mejor trabajo hasta la fecha. Pero conscientes de que todavía podían poner más a prueba la paciencia de sus seguidores (la justificación a esta demora en realidad puede leerse entre líneas en la biografía que el grupo tiene colgada en su web), The Salteens desaparecieron del mapa para dejar pasar casi siete años hasta presentar sus nuevas canciones en forma de disco. Por si esto no fuera poco anunciaron fecha para la salida de Grey Eyes, su tercer Lp, y aquellos que fuimos puntuales a la cita nos encontramos huérfanos de noticias, llegando a pensar que todo había sido una broma. Ahora, meses después nos tropezamos con que Grey Eyes es una realidad de la que pocos parecen haberse dado cuenta, pero que por aquí nos colma de una alegría que nos gustaría compartir en forma de comentario.

Antes de escuchar las diez canciones de Grey Eyes no teníamos muy claro qué nos aguardaba, en su día ya comentamos que los dos primer álbums de The Salteens aun compartiendo ciertos nexos, eran poseedores de un sonido bien diferenciado; instantáneo, fresco y descarado el de Short-Term Memories, más elaborado, elegante y concebido para dar resultado a medio/largo plazo el de Let Go Of Your Bad Days. Así pues teníamos claro que después de siete años de silencio (vale, alguna que otra canción hubo en todo este tiempo) las cosas no iban a permanecer inalteradas. No hay problema por nuestra parte, pero siete años son tantos que los gustos e influencias de un músico puede variar mucho en esta eternidad de tiempo. Grey Eyes es un perfecto ejemplo de lo que decimos, basta iniciar su escucha para tropezarnos con un Last Train From London que en primera instancia nos deja absolutamente fríos. Nuestro reencuentro con The Salteens es difícil, una base rítmica machacona nos da la bienvenida de una manera un tanto cargante. Por fortuna pronto todo cambia y empezamos a ver guiños al pasado en forma de vientos y melodías, algo que no borra la impresión de estar ante una nueva banda. La canción crece con las escuchas, mostrándose con un sonido mucho más rico y complejo del que recordábamos, la frescura parece haberse esfumado, los objetivos parecen ser otros. You’re Taking All Of This Too Far confirma nuestras sospechas, una balada de aires sesenteros que va floreciendo poco a poco en forma de continuo crescendo, requiere una atención por parte del oyente no exigida antes por la banda. De nuevo necesitamos de unas cuantas escuchas para ubicarnos, quién nos lo iba a decir años atrás…quizás conscientes de ello The Salteens optan por ubicar a continuación una de esas piezas que recuerdan sus inicios powerpoperos, Everything They Know About Us se sitúa de inmediato como pieza primordial de Grey Eyes. La velocidad, el ritmo, han bajado, pero la tradición Pop sigue ahí, los detalles se suceden en forma de vientos y cambios de ritmo. Weird Times comienza de un modo tan tímido, es tan sedosa…pero a mitad de su desarrollo se lanza con un saxo de locura que bien podría aparecer en cualquier composición de They Might Be Giants.

Hallowed Ways confirma las sospechas que vienen acrecentándose desde que le dimos al play por primera vez, los años han pasado y han dejado su huella, estamos ante una banda que parece haber dedicado todos estos años a investigar en la década dorada del Pop, cincuenta años atrás. La identidad sigue siendo reconocible, la voz, algunos ritmos y los siempre presentes arreglos de viendo son marca de la casa, pero el grupo se desvía del camino marcado por discos pasados. Lo importante, en cualquier caso, es tener frente a nosotros grandes canciones y las tres que se suceden en este momento lo son; Savings and Loans, con cantante femenina incluida, nos recuerda a esas baladas británicas de aires marineros que tanto nos gustan. If Love Is Gone, Where Do We Go From Here es un claro single de esos que difícilmente te quitarás de la cabeza, mientras que Go On podría haber estado incluida (huelga cualquier otro comentario) en cualquiera de los dos primeros Lp’s de la banda. You Stayed Up With The Lights On es brillante, luminosa diríamos (ya, siguiendo la invitación que su título plantea) y llena de fuerza, desbordando un optimismo que en Grey Eyes es más esquivo que en otros momentos de la carrera de los canadienses. Finalmente llega el momento de una despedida (no sabemos hasta cuándo) con Don’t Break My Heart, la pieza más circunspecta de todas las aquí contenidas.

Veredicto: Nunca seremos nosotros los que carguemos contra The Salteens, nos consideramos grandes seguidores de la banda y como tales lo cierto es que Grey Eyes nos hace disfrutar plenamente, así pues, compra en nuestro caso. Pero como hay que ser algo objetivo, de igual modo recomendaríamos a aquel ajeno al universo musical del grupo de Canadá a que iniciara su acercamiento a su música con el mp3, recomendando en cualquier caso la compra de cualquiera de sus dos primeros Lp’s, una apuesta segura, sin duda.