Se ha instaurado la creencia de que hay discos para estados de ánimo, para épocas de la vida, estaciones del año. Por aquí somos contrarios a esta opinión, decantándonos por escuchar cualquier tipo de música con independencia del estado de ánimo o temporada del año en la que nos encontremos. Nos resulta difícil entender cómo se puede disfrutar de un disco repleto de dolor cuando la tristeza nos embarga, en estos momentos optamos por el silencio como remedio para nuestros males, o en su defecto por músicas que nos alejen del gris paisaje que decora nuestras vidas.

Con las estaciones nos pasa exactamente igual, Otoño e Invierno no invitan al recogimiento, al igual que Primavera y Verano no contagian felicidad. Quizás ésta sea una casa donde la excepción, musicalmente hablando, campa a sus anchas, pero lo cierto es que en estos primeros días en los que el cielo por fin se pinta de azul por aquí sigue sonando la misma música de siempre. Esto significa que la calidez de muchos discos, más propia quizás de días de lluvia y frío, sigue llamándonos aún cuando otros mortales se despojan con prisa de sus ropajes.

Fireflies, o Lisle Mitnik, que para el caso es lo mismo, llevan años especializados en la creación de canciones donde la melancolía reina en absoluto sobre cualquier otro estado de ánimo, canciones que quizás inviten al recogimiento, pero en cualquier caso unas composiciones dotadas de una belleza extraordinaria, fruto quizás de unas influencias de tono siempre crepuscular. No es la primera vez que traemos por aquí a Lisle Mitnik, ya hablamos de este esquivo personaje tiempo atrás, con motivo de la publicación de un precioso 7” de Fireflies en el pequeño pero imprescindible sello Papillons Noir, o le mencionamos cuando dábamos repaso a lo mejor que había dado de sí el año 2007, entre lo que sin duda incluíamos el primer Lp de su grupo.

Lo único claro con Lisle Mitnik es que difícilmente logrará un mínimo reconocimiento con su música, lánguida, tímida y sentida. Sin embargo Fireflies no se marcan nunca un alto en el camino, alumbrando nuevas composiciones continuamente, motivo más que suficiente para que sus seguidores no caigamos en el desánimo, siempre esperando un nuevo disco que esta vez llegó cuando 2009 iniciaba su despedida. Autumn Almanac, el título no invita a la confusión, supone el segundo trabajo largo de Lisle Mitnik con Fireflies y llega dos años después de su descubrimiento gracias al imprescindible Goodnight Stars, Goodnight Moon. La fórmula de trabajo de Fireflies sigue siendo la misma y el resultado parecido, once nuevas canciones de corte romántico y nostálgico para disfrutar con tranquilidad en cualquier estación del año, por mucho que Lisle siga empeñado en darle un aire otoñal a cualquier de sus composiciones. Pocas novedades en una carrera que se empeña en ahondar en la búsqueda de la canción perfecta que ya crearon (algunos lo siguen haciendo) en su día referentes como The Clientele, Razorcuts, Nick Darke….

The Breeze abre Autumn Almanac, y lo hace con una guitarra que nos traslada de inmediato a la carrera de Gregory Webster, encontrándonos con una de las piezas más inmediatas e instantáneas compuestas hasta la fecha por Lisle, las guitarras forman crescendos etéreos mientras que un ambiente brumoso se adueña del conjunto para conformar una verdadera joya. Paper Crane eleva el espíritu para continuar con la influencia citada en su predecesora, mientras que Your Map incide en el parecido de Fireflies con The Clientele, quizás la influencia más clara en todo el álbum. Piano Song no engaña con su título, pues es en este instrumento en el que recae el peso de un tema que desde ya mismo alzamos como el de sonido más clásico de todo Autumn Almanac. Everything’s Hidden Away y Stars Falling Down podían haber estado en Goodnight Stars, Goodnight Moon, marcando una parte central de este segundo trabajo largo y situándose entre lo más inspirado de éste. Himitsu sorprende con una parte final con guitarras distorsionadas, Confidentially es un paso adelante, con arreglos mucho más elaborados a lo que Fireflies nos tenía acostumbrados y Summer Too Soon guarda parecidos innegables con los BMX Bandits más tiernos. Restando en este momento tan sólo dos piezas para cerrar la audición, A Thousand Days queda como último corte, más experimental y atmosférico que ninguno, y a Sunsets In June le queda la siempre ingrata posición de penúltimo tema, salvando con corrección este handicap.

Autumn Almanac vuelve a demostrar el genio compositivo de Lisle Mitnik, un personaje obsesionado con los tonos sepias y los días cortos, pero no por ello estamos ante un disco invernal, muy al contrario nos encontramos con un conjunto de canciones que agrada escuchar en cualquier época del año, siempre teniendo en cuenta que su tono es tan similar que su degustación ha de ser, necesariamente, breve y en pequeñas dosis. El disco puede adquirirse a través de la web del grupo por un precio más que razonable.