Es seguro que cada fan o simpatizante de Parade se quedará con algún detalle relativo al grupo, a los fans siempre nos llama la atención alguna particularidad de aquella gente que nos hace disfrutar a lo largo de los años. Hoy es día de confesiones, al menos en lo musical, y por aquí hemos de reconocer que si hay algo que nos llamó la atención de Parade desde el principio, desde aquella primera vez una noche de…uhm, la memoria es frágil, quizás una noche de Marzo de 1998, en un concierto de Magnetic Fields donde se coló nuestro querido Antonio Galvañ para ¿debutar? en solitario por primera vez desde que decidió adoptar el nombre artístico de Parade para dar salida a sus canciones…bien, pues si hay algo que nos llamó la atención aquella noche fue la actitud de aquel chico de rebeca abotonada frente a un teclado presidido por un precioso “dancing clown”. 

No sé si los nervios, su timidez, quizás cautela, reserva…lo cierto es que esa actitud de Antonio Galvañ, unida a una música y especialmente a unas letras que nos dejaron absolutamente anonadados, lograron hacer que desde ese preciso instante nos declaráramos fans histéricas (en nuestro hogar, siempre con disimulo en público) de aquel hombre que descubría ante nosotros un nuevo mundo en el que estaríamos como en casa cada vez que uno de sus discos empezara a sonar. 

Aquel tan sólo fue el primer concierto de otros muchos a los que tuvimos la fortuna de asistir, pero esa imagen de Antonio Galvañ que nos formamos hace tanto tiempo parece prácticamente inalterada. Seguimos disfrutando viéndolo allá arriba, en el escenario, con ese gesto suyo de severidad, esa seriedad que uno identifica con la del maestro de la vieja escuela, aquel que nos enseñó algunas cosas en un colegio hace más de treinta años, un maestro de esos de los que ya no quedan. Pero ahora nos damos cuenta de que allá arriba tan sólo hay una fachada, pero no una fachada irreal, inventada, tan sólo una expresión más de una personalidad mucho más afable de lo que pudiera parecer en un primer contacto en la distancia que separa al público del artista. 

Y ahora llega un nuevo video, el segundo protagonizado por Antonio Galvañ, en este caso para Astrónomo Melancólico, una de esas piezas de La Fortaleza de la Soledad que quedarán entre lo mejor del repertorio de Parade, que no es poco. Contemplamos el video una, dos, tres…muchas veces, sin poder evitar la sonrisa al reconocer en él al Antonio que nos resulta tan familiar. El del gesto (real o no) de preocupación mientras lo maquillan (aunque luego intente esbozar una tímida sonrisa), el del profesor que empieza a impartir una lección magistral al comenzar a cantar, el del idealista que se asoma a la luz, para volver rápidamente a su madriguera antes de ver pasar ante sí su pasado, o quizás su futuro, montado sobre dos ruedas…

Los detalles que nos hacen felices en Astrónomo Melancólico son muchos, los gestos faciales de Antonio ya los hemos comentado, pero hay mucho más, ese plano inicial del niño montado en su bici, pedaleando sobre la carretera mientras la vegetación parece algo difuminada, la limpieza de la vitrina (y ese gesto, nuevamente) que alberga los trajes de vuelo, el cómic en la cabina de la aeronave…pero ante todo ese niño que se monta por primera vez las gafas, su exultante paseo posterior por el parque de atracciones y ese plano final de Antonio junto a ese pasado/futuro que es el niño. 

No vamos a engañar a nadie, los videos musicales no suelen atraernos en demasía, tan sólo son una manera más de disfrutar de la música, al menos para nosotros, pero cuando un video resulta que está hecho con la gracia y el acierto de este Astrónomo Melancólico no podemos más que quitarnos el sombrero para saludar el magnífico trabajo que tenemos ante nosotros.

***Que nadie olvide que La Fortaleza de la Soledad está nominado como mejor álbum Pop en los Premios de la Música Independiente 2010. ¡Hay que votar!