Hace unos días leíamos un correo que justificaba que lo nuestro (también lo vuestro, lo de aquellos que leéis ahora mismo estas líneas) no es normal por mucho que nosotros lo entendamos como algo absolutamente natural. Queremos decir…esta afición nuestra por la música se sale de lo corriente. Ya, ya sabemos que estamos diciendo una estupidez, pero visto desde fuera no deja de resultar asombroso que veinte años después sigamos (al menos por aquí) con la misma obsesión de siempre por descubrir música, asistir a conciertos, comprar discos…cuando para la inmensa mayoría de la humanidad estos vicios son algo del pasado, y como tal quedaron atrás con la etapa universitaria, o al entrar en la treintena, como queráis. No es seamos incapaces de ver los problemas de la sociedad, no nos preocupe el alquiler o la hipoteca, o no tengamos problemas laborales…sólo que todas estas cosas tienen una banda sonora sin la cual no concebiríamos la vida. Y esto es algo importante para nosotros, de igual modo que percibimos la realidad con un sentido especial, llamémosle un sentido musical, siempre receptivo y dispuesto a encontrar las semejanzas entre cualquier ritmo o sonido de la calle con los recuerdos de otras melodías que alberga nuestra mente.

De este modo nosotros los «anormales» convertimos la búsqueda del siguiente descubrimiento en parte importante de nuestras vidas, una parte que no interfiere con el resto de nuestra existencia y que muy al contrario de lo que algunos pudieran pensar, añade momentos de emoción y felicidad que ellos nunca conocerán. Uno de estos últimos momentos de felicidad pura derivados de la música los asociamos con una tarde del pasado mes de Julio, en los que rendidos por la fatiga optamos por acudir al cercano concierto de los británicos The Cavalcade en Indietracks. Unos minutos, treinta y cinco, cuarenta a lo sumo, que sirvieron para acumular energía para el resto de la jornada, todo ello gracias a unos chavales de aspecto circunspecto, incluso pusilánime, que lograron hacernos revivir la magia del directo, escondido en este caso tras el sonido de unas guitarras que nos recordaron a apenas un par de metros de distancia, la esencia del mejor Pop británico de los 80’s.

Al salir de aquel concierto no pudimos más que correr a hablar con la pareja para conseguir las primeras copias de su primer disco oficial (no en Cdr, queremos decir), un Lp de título Many Moons publicado por el sello japonés Happy Prince. Lo que viene a continuación es un resumen del disco… o más bien una nueva búsqueda, de aquel encanto o suerte de sortilegio con el que The Cavalcade nos ganaron hace poco más de un mes…

Habría que empezar por decir que por fortuna el grupo ha decidido recuperar canciones contenidas en sus anteriores trabajos en cd-r, algo que nos complace puesto que como formato para darse a conocer no está mal, pero poco más…así pues las cinco primeras canciones del disco ya son conocidas, cuando no reconocidas, por sus seguidores más veteranos. Para los recién llegados a la música del grupo es toda una suerte poderse topar de pronto con Meet You In The Rain, Voices, Nobody’s Child, For You y No Strength. Cinco temas que atestiguan el porqué del revuelo montado por los británicos antes de grabar Many Moons, con independencia de su innegable gancho melódico, Meet You In The Rain rescata las guitarras del Pop más elegante de los 80’s, de ese Indie Pop que se centraba en la reflexión más que en el escapismo adolescente. Voices sigue su estela, Felt a las guitarras, Smiths…no hace falta decir más, o sí, porque Nobody’s Child viaja a nuestras antípodas para rememorar el Pop kiwi. La más animada For You y la melancólica No Strength completan la selección ya conocida. En este momento restan siete composiciones nuevas, con el trío ya reconvertido en dúo, el momento de la verdad, podríamos decir, también la confirmación de que sus primeros pasos no fueron más que un espejismo.

Dreaming To Some Purpose comienza bien, la guitarra de Stephen Birtchnell roza el sobresaliente, en momentos acercándose a un virtuosismo al que no estamos acostumbrados en el Pop de baja frecuencia. Genial composición para afrontar con ánimo el resto del disco, Your Old Room sonó de maravilla en directo, aquí sigue haciéndolo pero nos surge una duda…¿no empezaremos a cansarnos del disco? Las canciones son excelentes, pero al igual que le pasa a artistas como nuestro favorito Fireflies lo cierto es que al final todas las canciones guardan si no un claro parecido, sí un tono similar que fortalece la idea de que en raciones cortas la música de The Cavalcade ganaría, que el Ep parece más adecuado que el Lp. Duda o sospecha que en todo caso no debiera de ensombrecer el cara a cara con cada una de las canciones de Many Moons. Ghost Of This Town es preciosa, de lo mejorcito del disco, un pequeño hit a poco que se promocione entre la parroquia indie, mientras que Wherever You Go comienza con una guitarra que dota al tema de cierto misterio. We Always Move Too Slow mantiene el nivel, aunque peca de excesiva, con casi seis minutos de duración. Toca acabar, y lo hacemos con I’m Like A Ship Trapped Incide A Bottle y City Lights, la primera decidida a distinguirse del conjunto con su aire optimista, algo de agradecer en un disco en el que la languidez predomina, de nuevo otra favorita. City Lights remata el trabajo con cierta ensoñación y en general un ambiente etéreo, quizás la apuesta más arriesgada del disco.

Many Moons fue publicado en el mes de Julio por Happy Prince, sin embargo es Pebble Records el sello europeo encargado de publicar una edición más accesible del disco. Un trabajo de escucha más que recomendada que puede ser destacado como uno de los más notables discos de Indie Pop del año. No diremos nosotros lo contrario, sin embargo echamos en falta algo más de vida en unas canciones que conforman un disco homogéneo, sin duda excesivamente homogéneo…